Más de un mes después de iniciarse la campaña de chufa en L’Horta Nord y tras mantener durante todo ése tiempo la recolección casi parada, el comercio ha asentado ya un precio. La cotización ofertada, de 0,36 €/kg por las 0,60 de 2008, es la más baja en la última década y supone que los productores, por primera vez también en mucho tiempo, tendrían que vender sus cosechas a pérdidas puesto que los costes mínimos de producción se sitúan en 0,53 €/kg. AVA-ASAJA advierte que el desplome del 40% registrado se debe, fundamentalmente, al descontrol en la importación de chufa. “El único cultivo que estaba manteniendo viva la huerta de Valencia ha caído también, pero su hundimiento era previsible. Si hoy tenemos problemas de excesos es porque durante todos estos años se ha sido demasiado permisivo con la chufa foránea”, denuncia el presidente de esta organización agraria, Cristóbal Aguado, quien además advierte que si esta tendencia no se frena “el siguiente producto en caer en desgracia será la propia horchata”.
Durante los últimos años AVA-ASAJA ha venido reclamando al Ministerio de Economía y Hacienda con tanta insistencia como poco éxito que fijara un código arancelario para la chufa foránea. La inexistencia de este código impide a Aduanas, de hecho, controlar el tonelaje de este tubérculo que es importado por las industrias horchateras procedente de zonas como Mali, Nigeria o Níger. Partidas que, pese a no tener datos oficiales, es evidente que han ido en aumento en los últimos años hasta convertirse en algo ya masivo. A juicio de AVA-ASAJA, a este proceso contribuyó el propio consejo regulador de la Denominación de Origen ‘Chufa de Valencia’ que de forma mayoritaria accedió a que las empresas transformadoras miembro pudieran mantener una doble línea de producción de horchata, con chufa local pero también con chufa africana. En este sentido, la organización agraria recuerda que, en su momento, fue la única que se opuso a aprobar tal tipo de medidas.
El tubérculo africano es mucho más barato que el local pero también es de peor calidad, con un porcentaje de almidón mucho más bajo y en pocas ocasiones ofrece las garantías necesarias en cuanto a trazabilidad o seguridad alimentaria. “La horchata valenciana, sea industrial o artesanal, sólo se entiende si es con producto procedente de las tierras de L’Horta Nord”, explica Aguado quien denuncia que la “triste realidad es que, bajo el amparo del sello de la DO o sin él, por ofrecerla unos pocos céntimos más barata, cada vez hay más horchata que no merecería ser calificada de valenciana y casi estoy por decir que no merecería tampoco ser nombrada como horchata”.
AVA-ASAJA atribuye también los problemas de excesos que hoy padece el sector a la falta de apoyo de la gran distribución, que cada vez está dando más la espalda a la horchata industrial con sello del citado consejo regulador. “Pese a no tener ni el sello ni los controles de calidad de la DO, hay marcas que usan en sus tetabricks los iconos de la huerta valenciana, de las barracas o de las falleras y se aprovechan con ello de una imagen que a todos nos costó mucho de conseguir y que desde hace años que se está degradando”, concluye Aguado.
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