En 1999 existían en todo el mundo más de 12 millones de ha de cultivos que se mantiene con acolchado plástico y esta superficie se ha incrementado en los últimos años. Actualmente y debido a las preocupaciones medioambientales, existe la necesidad de buscar alternativas al plástico convencional.
Un estudio de la Universidad de Michigan ha comparado el uso de plásticos biodegradables en el acolchado del cultivo del tomate.
Los plásticos blancos biodegradables se identifican con una menor temperatura del suelo y una mayor velocidad de degradación, que ocurre tan pronto el plástico se expone al aire libre y las malas hierbas rompen el film favoreciendo aun más la degradación, lo que repercute en una competencia con el cultivo y una evidente menor calidad el accolchado.
En cambio el plástico biodegradable negro proporciona un control mucho mayor, similar al del plástico convencional (polietileno de baja densidad).
Según los autores del estudio, existen sin embargo tres factores que deben resolverse para que el plástico biodegradable negro sea una alternativa viable al plástico convencional: El precio del plástico biodegradable debe ser económicamente aceptable en comparación con el convencional teniendo en cuanta los gastos de implantación y retirada; debe destruirse completamente en el campo y debe estar plenamente adaptado a su implantación mecanizada.
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