La utilización de DDG en la alimentación del vacuno va en aumento debido a los precios del cereal y a su creciente disponibilidad procedente de la industria del etanol. Sin embargo, hay ganaderos reacios a su utilización por la posible influencia que los DDG puedan tener en la textura y sabor de la carne. Unos investigadores de la Universidad de Texas han comprobado que la aportación de DDG en la dieta, no tiene apenas influencia en la calidad de la carne.
En el estudio, se tomaron 54 terneros que fueron alimentados con raciones de acabado basadas en pellet de maíz o en copos de maíz a las que se les añadieron o no, un 35% de DDG. Los resultados mostraron que la carne procedente de terneros alimentados con DDG (tanto en la dieta con pellet de maíz como con la de copos de maíz) tenía una menor duración.
La carne fue degustada por un grupo de panelistas expertos que comprobaron que la adición de DDG no afectaba a la palatabilidad de la carne. De hecho, los filetes procedentes de animales alimentados con DDG fueron considerados por los panelistas, más jugosos.
Se encontraron diferencias sensoriales en la carne según los niveles de DDG en la dieta, aunque estas diferencias eran mínimas. También se comprobó que los DDG aumentaban la concentración de ácido linoleico en el músculo, lo que provoca que la carne almacenada en el refrigerador tras el cocinado tenga un cierto sabor.
La carne de animales alimentados con DDG tienen una mayor concentración de ácidos graso trans y saturados y menor concentración de ácidos grasos monoinsaturados. También tiene un color más oscuro y es más susceptible a la oxidación lipídica tras 5 días de almacenamiento.
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