Según un artículo publicado en Washington Post, las madres de familia son las personas más afectadas por la crisis de altos precios de los alimentos en las zonas urbanas de los países más pobres, debido a razones culturales, que hace que lleven la peor parte en el reparto de los alimentos disponibles entre los miembros de la familia.
A pesar de que las mujeres son las que llevan la mayor parte de la carga del trabajo doméstico y en muchos casos también del trabajo externo para alimentar a la familia, son las últimas en el reparto de la comida en familias a menudo supernumerosas, llevándose siempre la peor parte. En una situación en que millones de personas pasan hambre, las mujeres son las que pasan más hambre.
En muchos otros países africanos, la razón es cultural, ya que cuando los niños pasan hambre acuden siempre a la madre, no al padre; y cuando la comida escasea es la madre la que primero se priva de alimentos. Según un estudio realizado en Burkina Faso la subida de precios ha hecho que los gastos en alimentación se hayan duplicado, alcanzado el 75% de la renta total, dejando muy poco margen para otras necesidades básicas de las familias, como educación, ropa o servicios médicos, lo que está provocando que muchas mujeres se dediquen a la prostitución y que los niños, especialmente las niñas, abandonen el colegio.
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