En Roma, la Cumbre para la Alimentación Mundial de la FAO se ha visto inmersa en las fuertes presiones del lobby petrolero y los defensores del liberalismo salvaje que han intentado manipular la Cumbre intentando culpar al biocombustible y a la PAC de la hambruna mundial.
Sin embargo, “su dedo acusador manchado de petróleo”, en palabras del Presidente Lula han encontrado adecuadas respuestas en los representantes de los Gobiernos Europeos, quienes han puesto las cosas en su sitio, señalando que no es cierto que los biocombustibles sean los culpables del encarecimiento de los alimentos ni la PAC supone en estos momentos freno alguno al comercio internacional.
Muy al contrario ha quedado claro en los debates que el hambre en el mundo se debe a la mala distribución de alimentos como consecuencia no de la globalización sino de los problemas políticos locales en el tercer mundo que impiden el más mínimo atisbo de desarrollo socioeconómico.
El alto precio de los alimentos tiene su origen en el encarecimiento del petróleo que de una manera escandalosa la OPEP y las multinacionales del sector provocan. La FAO verdaderamente puede hacer poco ante este panorama, pero al menos ha conseguido comprometer al mundo occidental en la aportación de fondos para paliar en lo posible la situación de la población más necesitada.
Ahora sólo nos queda esperar que los Gobiernos comprendan que el modelo energético actual nos lleva a la catástrofe total, no sólo climática sino también económica, y los primeros que han comenzado a padecerla son los países del tercer mundo que no cuentan ni con las mínimas infraestructuras productivas para alimentar a su población.
La dependencia de la mayor parte del mundo desarrollado o en desarrollo de combustibles fósiles como el petróleo, carbón o gas (más de un 80%) es suicida. Exigimos una política energética alternativa desde ya, basada en biocombustibles de segunda generación que no compiten con los productos tradicionalmente utilizados para la alimentación humana, para lo que se necesita una potente incentivación. Además de la potenciación del resto de energías renovables.
En lo que se refiere a la crisis alimentaria, ya es hora de quitar la careta a los defensores del liberalismo salvaje que sólo benefician a las multinacionales y países más poderosos. En el termino medio está la virtud y ya es hora de que Europa exporte su modelo de PAC al tercer mundo. Pero no el modelo descafeinado e improductivo actual, sino aquel que utilizando los instrumentos del Tratado de Roma consiguió eliminar la hambruna europea tras la Segunda Guerra Mundial.
Si no conseguimos que los países del tercer mundo consigan su autonomía alimentaria ayudándoles a utilizar las nuevas técnicas de producción, nunca se erradicará el hambre. De nada sirve que Europa, como actualmente, permita importar de los países más pobres de la tierra sus producciones si éstos no son capaces de producir.
Ya basta de liberalismo radical entre desiguales. Ya basta de chivos expiatorios como la Conferencia de Doha o los biocombustibles, si la humanidad quiere conseguir un equilibrio alimentario global y luchar contra el cambio climático tenemos que erradicar dos lacras que actualmente nos atosigan e intentan manipular los grandes foros de decisión mundial. En primer lugar la dependencia abusiva del petróleo, de la OPEP y de las petroleras, y en segundo lugar el poder de los lobbys liberalistas salvajes que mantienen los primeros.
Sevilla, 6 de junio de 2008.
Fdo. Miguel Afán de Ribera Ybarra
Secretario General de ASAJA-Sevilla.
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