En una reciente reunión que ha tenido lugar en Bonn, el programa internacional sobre especies invasoras (Global Invasive Species Program; GISP) patrocinado por Naciones Unidas ha advertido sobre el gran potencial que tienen los cultivos bioenergéticos de segunda generación de convertirse en especies invasoras.
Muchos de los nuevos cultivos candidatos a ser productores de biomasa para los biocarburantes de segunda generación, como el miscanthus, camelina, switchgrass y otros son muy plantas muy rústicas y adaptables, y por tanto con gran capacidad de escapar al medio ambiente y convertirse en plantas invasoras que desplace a las autóctonas provocando pérdida de biodiversidad.
Para los científicos este aspecto medioambiental se está subestimando y no se están haciendo análisis de los graves riesgos medioambientales que podría tener como consecuencia el eventual cultivo masivo de estas especies.
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