La compañía petrolífera Shell y HR Biopetroleum han anunciado la construcción de una planta piloto en Hawai de biocarburante a partir de aceite de algas, para lo cual ambas empresas han formado una empresa conjunta denominada Cellana, en la que Shell tendrá la mayoría accionarial. La fábrica, cuya construcción comenzará inmediatamente, será anexa a una planta de producción de algas ya existente, dedicada a usos farmacéuticos y alimentarios.
Los biocarburantes de algas, que están dentro de los denominados “de segunda generación”, tienen como ventaja principal el ser un cultivo con una productividad mucho mayor que los cultivos agrícolas (hasta 30 veces más que el maíz) y poder utilizarse en algunos casos tierras no aptas para los cultivos alimentarios, como terrenos salinos cercanos al mar de donde se extrae con bombas la solución de algas que se concentra, formándose la pasta que alimenta las biorefinerías. Las microalgas apropiadas son las de las especies que tienen un alto contenido en aceite que puede ser extraído para obtener biocarburantes.
Las algas se pueden cultivar tanto en terrenos nivelados, como los que se emplean en arrozales, salinas o criaderos de mariscos, como en bioreactores, que son grandes tubos transparentes en batería en los que las algas crecen. En este último caso se aprovecha aun más la superficie.
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