No recuerdo muy bien quien dijo aquello de que la Historia, con mayúsculas, son ciclos y estamos condenados a repertirla, pero cada vez, desgraciadamente, me doy cuenta de la verdad que encierran esas reflexiones.
Todavía tengo muy frescas en mi cabeza y en mi retina lo que sindicalistas, a los que nos gusta llamar “históricos”, de las Uniones de Campesinos me han contado y he visto en distintas fotografías o documentos de su lucha por lograr que la democracia llegase al campo de Castilla La Vieja como aún así denominaba, los encuentros a escondidas, su “pelea” diaria con el poder que ostentaban las Hermandades y la Cámaras Agrarias en cada pueblo, los kilómetros y kilómetros realizados para tratar de llevar a cada agricultor y ganadero las bondades de la palabras “democracia” y lo hermoso que podía resultar un gesto tan sencillo como alzar una mano en una reunión o introducir una papeleta en una urna para elegir a quién quieres que te dirija y gobierne.
Las muerte de Franco fue una puerta a la esperanza para quienes lucharon de forma denodada contra los “caciques” instaurados en el poder en los pueblos. Las tractoradas del 77 y la aprobación el 22 de abril de ese mismo año de la Ley de Libertad Sindical fueron el impulso definitivo para que las ideas democráticas se extendiesen como una gran marea por el campo, para que surgiesen las nuevas organizaciones agrarias tratando de romper el estrecho corsé que casi 40 años de dictadura había impuesto a los agricultores y ganaderos.
Pronto surgen los primeros roces en las negociaciones de precios que se celebraban en Madrid y empieza aparecer una de las reivindicaciones históricas de las Uniones de Campesinos, la necesidad de unas elecciones sindicales en el campo como ya se estaban produciendo en otros sectores. El proceso fue largo con amagos como las elecciones a Cámaras Agrarias de 1978, con avances y retroceso según el color político de quien estuviese en el Gobierno…pero concluyó con los primeros comicios realmente democráticos en este sector que tuvieron lugar en Cataluña el 28 de noviembre de 1994, a los que siguieron otros en Aragón, Castilla y León, Madrid, Asturias, Extremadura, Cantabria, Murcia, Galicia…
Con esos votos, se logró una representatividad, cada cual la suya, unos más y otros menos, pero se logró de una forma puramente democrática. Ahora, parece que todo quiere cambiar, los que están en sus sillones y despachos en Madrid quieren volver a lo de las antiguas Hermandades de Agricultores y Ganaderos, a lo del sindicato vertical, repartirse los fondos que les llegan del Ministerio de Agricultura y olvidarse de esos de las elecciones, “qué es muy caro y trabajoso”, “dejemos todo como está” quizás siguiendo aquella famosa doctrina “el que se mueve ya no sale en la foto”. “Nosotros somos los más guapos y los únicos que sabemos lo que quieren los agricultores y ganaderos” aseguran, aunque no les vean más que alguna fotografía de su despacho o cuando van de vacaciones a alguna casa rural.
El primer paso hacia ese regreso al sindicalismo más antiguo, ya lo dieron algunos no acudiendo al Congreso a exponer su opinión sobre el proyecto del Ministerio sobre Desarrollo Rural porque también iban el Sindicato Labrego Galego y la Unión de Pagesos de Cataluña. ¡¡ Olé los demócratas !!
El segundo ya lo conocemos, pedir el aplazamiento, ahora luego ya veremos, de las elecciones a Cámaras Agrarias en Castilla y León. Pero ¿a qué tienen miedo si son los “más güays”?.
Creo que no hay nada más bonito que cada agricultor y ganadero vaya a ejercer su derecho a voto, decidiendo quién le representa, así lo hemos pedido, en muchos casos exigido, desde siempre las Uniones de Campesinos de Castilla y León, no parece de recibo que ahora, sólo para que a algunos no se les agite el sillón, cambiemos uno de los principios democráticos más básicos. Se imaginan ustedes, haciendo un tremendo acto de fe, que ahora el Partido Socialista y el Partido Popular llegasen a un acuerdo para repartirse los escaños del Parlamento, evitando que haya más elecciones… o que CC OO y UGT hiciesen lo mismo en la empresa en la que usted trabaja… les parece impensable no, pues es lo que quieren hacer algunos sindicalistas agrarios de este país. Flaco favor están haciendo al sector agrario, aunque quizás sus cuentas corrientes si que se muestren más agradecidas.
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