Según un estudio realizado por la Universidad de Illinois (EEUU), las variedades de semillas modificadas genéticamente para ser tolerantes a herbicidas de baja toxicidad, como el glifosato, tienen un efecto positivo para el medio ambiente en comparación con las tecnologís convencionales de lucha contra las malas hierbas.
En el estudio se ha simulado el efecto de un eventual abandono de la tecnología de tolerancia al glifosato por desarrollo de resistencia al producto por parte de las malas hierbas utilizando la medida de toxicidad LD50 (la cantidad requerida para que sea letal para un 50% de una muestra de ratas de laboratorio). En laboreo convencional, el uso de resistencia a glifosato reduce la LD50 entre un 17-98%, según el cultivo que se trate, mientras que en le caso de siembra directa se reduce en un 50%.
Si se abandonara la resistencia a glifosato y se mantuvieran las mismas prácticas de laboreo, la LD50 100 dosis por hectárea en soja y 500 en algodón.
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