Frecuentemente, los ganaderos evitan que las vacas se tumben, cuando están esperando al veterinario o en procedimientos reproductivos. Unos investigadores de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) han estudiado como este manejo afecta al comportamiento de las vacas.
Se utilizaron 60 vacas, a las que se les privó de la oportunidad de tumbarse 0, 2 o 4 horas, confinándolas en un pequeño establo. El comportamiento se registró durante el período de privación, así como durante las 40 horas siguientes. Durante las 2 y 4 primeras horas del experimento, las vacas a las que no se les privó de tumbarse, lo hicieron durante 70 y 142 minutos, respectivamente. Las vacas a las que no se les permitió tumbarse mostraban su incomodidad, cambiando frecuentemente el peso del cuerpo de una pata a otro y agitaban la cabeza, frotándola contra las paredes. El tiempo gastado en comer y permanecer sin rumiar, aumentó con la privación, especialmente durante los primeros momentos. Permanecer rumiando aumentó al final. Después de la privación, el tiempo para comer descendió, compensado el aumento constatado durante el período de privación. A las 40 horas de la privación, las vacas a las que no se les permitió tumbarse, se recobraron en un 40% de su tiempo perdido de descanso. Los rendimientos lácteos no se vieron afectados.
En conclusión, las vacas experimentaron falta de confort durante los periodos de privación de poder tumbarse, después de los cuales se recobraban parcialmente del tiempo perdido de descanso, reprogramando los tiempos de alimentación. Los resultados del estudio se han publicado en el Journal of Dairy Sciences
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