Científicos de la Universidad de Texas, dirigidos por Claudio Soto, han desarrollado un nuevo test para la detección de la EEB y la variante de la enfermedad de Creuztfeld-Jacobs. Este tiene dos ventajas principales con respecto a los que habitualmente se vienen usando. Se trata de un test no invasivo, dado que solo se necesita una muestra de sangre, en lugar de una muestra de tejido de cerebro, como en los habituales. Por tanto, el nuevo test se aplica en animales vivos mientras que los otros, en animales muertos. La otra ventaja es que se puede detectar animales infectados aunque no muestren signos clínicos de la enfermedad, por lo que es muy prometedor de cara a la detección temprana de la enfermedad.
La investigación ha sugerido que las células dañadas del cerebro pueden liberar los priones que causan la enfermedad, haciendo posible que la enfermedad se detecte en sangre. En el estudio, se infectaron ratones con priones. Luego, se fue analizando su sangre en varios momentos. Utilizaron una técnica especial para acelerar la conversión de los priones, de la forma normal a la forma atípica, lo que permitió la detección de los priones en su fase silenciosa de infección. Los resultados de la investigación se han publicado en la revista Science.
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