Con motivo de la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente, el 5 de junio, bajo el lema “¡No hagamos de las tierras áridas desiertos!”, se aborda el desarrollo sostenible en estas zonas, cada vez más abundantes. Las tierras áridas cubren más del 40% de la superficie del planeta, donde viven 2.000 millones de personas. Se cumple este año, además, el décimo aniversario de la entrada en vigor de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación.
Desde nuestra Asociación queremos dar a conocer la posibilidad real de frenar la desertificación en nuestro país, y en el resto del mundo, gracias al empleo de las técnicas de agricultura de conservación. Recordemos que entre sus beneficios probados científica y técnicamente en campo, la agricultura de conservación consigue frenar la erosión hasta en un 80 % y es la técnica agraria más eficiente en el uso del agua. Como queda constancia en la multitud de explotaciones manejadas bajo agricultura de conservación y en la extensa lista de publicaciones de nuestra Asociación (disponible en www.aeac-sv.org), es la técnica agraria que aúna el respeto por el suelo, el agua y el aire, a la vez que al agricultor y sus producciones.
La sociedad debe conocer que mediante las técnicas de conservación, la agricultura puede contribuir a reducir el coste que va a suponer a España el cumplimiento de los acuerdos recogidos en el Protocolo de Kioto. Hay divergencias en los costes que tendrá para nuestro país el incumplimiento del citado acuerdo, oscilando las cifras publicadas entre unos 2.000 millones de euros los más bajos y casi 20.000 los más altos. Aunque la diferencia es grande, el coste es considerable. Nosotros sí podemos rebajarlo promoviendo la agricultura de conservación con una inversión razonablemente económica y contribuyendo a paliar, además, otros graves problemas medioambientales como son la erosión de los suelos y la contaminación de las aguas. En ambos casos, la agricultura de conservación es única práctica aconsejable para reducirlos drásticamente, sin perder producción. Como ejemplo, la reducción de consumos de combustible reales, según los ensayos realizados en Tomejil (Carmona, Sevilla), muestran que el ahorro de consumos de gasoil en el cultivo de trigo sería de más del 50% y en girasol casi del 70%, comparado con la agricultura convencional.
Experiencias sobre agricultura de conservación repartidas por toda la geografía española, son prueba de que la agricultura de conservación es una realidad aplicable a muy diversas zonas de nuestro país. Pero no sólo en España avanza, una entidad de prestigio como la FAO ha hecho un gran esfuerzo promotor por las zonas más desfavorecidas del mundo, apostando por la agricultura de conservación como una gran ayuda para combatir la pobreza y enfermedades que azotan al planeta.
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