La semana pasada tuvo lugar en Mombasa (Kenia) una reunión de científicos, políticos y líderes africanos sobre la biofortificación de los cultivos, una técnica que tiene un gran potencial para mejorar la vida de los africanos, especialmente los más desfavorecidos.
Una gran parte de los habitantes de África tiene una dieta muy desequilibrada, basada en unos pocos productos básicos, como mandioca, maíz o patata dulce, que son en general deficientes en micronutrientes, como hierro, zinc o vitamina A. Esta deficiencia, también llamada “la otra hambre” es una causa principal de múltiples problemas de salud, especialmente entre mujeres y niños, estimándose que un tercio de la población de Africa Subsahariana esta afectada por este problema.
Esto se podría corregir mediante una dieta variada y equilibrada, pero en zonas de gran pobreza donde el poder comer, aunque sea mal, puede ser una situación privilegiada no es realista pensar en disponer de más recursos para una mejor alimentación.
La biofortificación de los alimentos no es otra cosa que utilizar las tecnologías genéticas disponibles para que estos cultivos básicos, naturalmente pobres en micronutrientes, sean ricos en éstos, haciéndolos accesibles a un bajo coste y de una forma sostenible.
En la reunión de Mumbasa, patrocinada por el IFPRI y la organización Harvest Plus se han discutido los últimos avances en la biofortificación de los diferentes cultivos.
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