Un equipo de científicos rusos ha desarrollado un sensor que es capaz de determinar la calidad de la carne y el tiempo que lleva almacenada. Cuando la carne ha estado mucho tiempo en el frigorífico, el tejido muscular se oxida con el oxígeno atmosférico. Esta oxidación es difícil de determinar mediante expertos que detecten el olor, porque éste puede ocultarse mediante especias.
El sensor desarrollado es capaz de analizar la fase gaseosa que se encuentra en la superficie de la carne. Se trata de unos electrodos, que son de chapa de cuarzo y que están cubiertos por finas películas de varias sustancias, que pueden atrapar las moléculas que se evaporan desde la superficie de la carne. Dado que estas moléculas son todas diferentes, se utilizan diversos electrodos, cada uno de los cuales está cubierto con su propia cobertura. Los científicos han llegado a usar todo tipo de componentes para hacer estas coberturas, como cera de abeja.
Al atrapar las moléculas, las coberturas se van engrosando. La diferencia es muy pequeña, sin embargo, suficiente para hacer variar los parámetros de vibración del plato de cuarzo. Esta variación es la respuesta analítica, que puede ser registrada y medida.
Inicialmente, el sensor tiene que se enseñado, dándole referencias con carnes que han estado almacenadas tiempo variable.
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