Según los analistas, la situación de alto endeudamiento de la agricultura brasileña podría hacer que la próxima campaña se frenase la expansión del cultivo de soja, o que incluso se disminuya la superficie sembrada en el peor de los casos.
En la última campaña ya hubo síntomas de una ralentización del crecimiento del cultivo, con solo un 8% de crecimiento, una cifra pequeña en comparación con el 20% anual de campañas anteriores. La mala cosecha de hace dos campañas en algunas regiones por la sequía, la congelación de ayudas financieras del Gobierno desde hace varias campañas ha hecho que muchos agricultores no dispongan de capital circulante suficiente. Solamente un 20-30% de los agricultores de soja brasileños son autosuficientes financieramente y capaces de asumir los costes de los insumos de la campaña sin créditos.
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