El lema de FADEMUR es “Igualdad y progreso para las mujeres rurales”. Y hablando de igualdad, resulta fundamental conquistar la igualdad en el empleo. Las mujeres españolas tenemos una clara situación de discriminación en el empleo, según se recoge en el Informe de la Comisión sobre “Igualdad entre Mujeres y Hombres, 2005”. Estamos a la cola de la Unión Europea con una de las mayores tasas de desempleo, una de las menores tasas de actividad, sufrimos una gran desigualdad salarial y tenemos un empleo sumamente precario.
Todo esto, se combina con las dificultades de conciliar la vida familiar y laboral, la falta de una estrategia clara de reparto de responsabilidades en la familia, y entre hombres y mujeres, y la escasez de servicios públicos de atención a nuestros niños y a nuestros mayores con necesidades de cuidado. Si aplicamos este “cóctel” al medio rural, las desigualdades se multiplican. Cuando comparamos nuestra situación con la de las mujeres urbanas, tenemos una tasa de desempleo aún mayor y una tasa de actividad muy inferior.
No sólo sufrimos desigualdad salarial, sino que en muchas ocasiones nuestro trabajo se computa como “ayuda familiar” en las estadísticas, por lo que no sólo no está remunerado, sino que tampoco está reconocido profesionalmente ni nos reporta derechos sociales. Y qué decir de la conciliación de la vida familiar y laboral, una utopía en nuestro caso, con jornadas de 24 horas: somos las responsables del funcionamiento de nuestros hogares, del cuidado de nuestros niños y de nuestros mayores, y apenas contamos con servicios públicos de ayuda. Éste es uno de nuestros principales escollos: o lo resolvemos o nunca podremos alcanzar la igualdad en el empleo.
Entre las mujeres rurales resulta especialmente preocupante la discriminación sociolaboral que sufren las mujeres que desempeñan el papel de cónyuge colaborador en las explotaciones agrarias: son mujeres que trabajan en el hogar y en la explotación, pero que no tienen una situación sociolaboral definida. En la mayoría de los casos, esto se traduce en una absoluta desprotección social y la imposibilidad de acceder a una equiparación de derechos sociales: tienen todos los inconvenientes de trabajar pero no disfrutan de ninguno de los derechos que reporta el empleo. Para estas mujeres, desde FADEMUR reclamamos mecanismos efectivos que permitan la cotitularidad real de las explotaciones agrarias; mecanismos que hagan visible el trabajo fundamental desempeñado por tantas mujeres que hasta ahora sólo tienen los derechos derivados de ser “esposa de”, y ningún derecho generado por su trabajo de toda una vida. Son mujeres que no tienen derecho a una baja por maternidad, o por invalidez; mujeres que no tienen derecho a pensión; mujeres que no aparecen en las estadísticas y no tienen reconocimiento profesional. Mujeres a las que les sobra trabajo pero no tienen empleo.
Hace 10 años se decidió en la Cumbre de la Mujer de Pekín que ya era hora de pasar de las ideas a la acción, y de corregir desigualdades promulgando leyes y normas. Las mujeres que trabajan en el medio rural tienen que aflorar ya, y ver reconocidos sus derechos. Legislar esta situación es la exigencia de FADEMUR en este 8 de marzo.
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