La unión europea atribuye al sector azucarero el papel de motor del desarrollo de los Países Menos Avanzados (PMA). Sin embargo esta premisa es bastante discutible, según el análisis de Elisabeth Lacoste.
El azúcar, el desarrollo y la iniciativa europeo » Todo menos las Armas »
Según la hipótesis asumida por la Comisión Europea, la producción de azúcar de caña podría ser el motor de despegue para salir del subdesarrollo para ciertos países pobres. Liberalizando el mercado azucarero para estos países, se abrirá la posibilidad de crecimiento económico y bienestar para la población.
La UE ha adoptado la iniciativa «”Todo Menos las Armas” por la que se abre totalmente el mercado de azúcar para los 49 países considerados como de menor renta per cápita por Naciones Unidas (Países PMA). A partir de 2009 estoa países podrán exportar a la UE azúcar sin límite de cantidad y sin aranceles. Además de lo anterior. existe desde 1975 unos acuerdos preferenciales sobre el azúcar de ciertos países de Africa, el Caribe y el Pacífico (Países ACP). La UE se ha autoerigido en paladín del desarrollo de estos países a costa de su propio sector azucarero.
Azúcar y desarrollo económico, una lógica disutible y peligrosa
La relación entre exportaciones de azúcar de caña y desarrollo de los PMA no es tan clara como puede aparecer ante un razonamiento rápido basado en la teoría del libre comercio:
En primer lugar, hay que desconfiar de los riesgos de la especialización en los mercados de materias primas para su exportación, ya que la inestabilidad y volatilidad de los mercados internacionales suponen una fuerte hipoteca sobre este tipo de producciones, máxime cuando se requieren importantes inversiones para desarrollar la producción azucarera orientada a la exportación en estos países.
Igualmente peligroso sería hacer depender la economía de un país de unas preferencias comerciales que podrían ser cuestionadas dentro de la Organización Mundial del Comercio (OMC), ya otros países podrían denunciar solicitando una igualdad de trato. Las consecuencias finales podrían ser desastrosas para las economías afectadas, lejos del objetivo inicial de contribuir al desarrollo.
Las posibles consecuencias sociales negativas
El eventual desarrollo de un sector azucarero en los PMA se haría en base a grandes explotaciones, en detrimento de la agricultura familiar. Si bien es verdad que se crearían muchos empleos, estos serían de asalariados poco productivos y cualificados, con el riesgo de no favorecer el bienestar general de las poblaciones.
El azúcar tiene tras de sí una larga historia de esclavitud y miseria, que no debería volver a reproducirse. Si bien es verdad que el sector ha desarrollado riqueza en algunos países, favoreciendo un despegue económico, como en el caso de Isla Mauricio o Swazilandia, esto ha ocurrido al amparo de unos acuerdos comerciales más amplios heredados de la época colonial. Por el contrario, Brasil es una muestra clara de los daños sociales que puede entrañar el desarrollo incontrolado de la industria azucarera.
¿Una trampa azucarera?
El monocultivo de azúcar está lejos de constituir una vía segura para un futuro desarrollo económico y social de los PMA. Europa, más que dirigir a estos países hacia una dirección dudosa y comprometer el futuro de su propia producción azucarera, haría quizás mejor en prevenir de los riesgos de una “trampa azucarera” y en favorecer unas vías de desarrollo más seguras y sostenibles que la simple liberalización azucarera, que no se basen en invertir para la especialización en un producto de precio incierto.
Por otra parte, es importante que los países del Norte conserven unos sectores primarios y secundarios (agricultura e industria) suficientemente desarrollados para poder acometer actividades de valor añadido en los países del Sur. La diversificación relativa de las economías es un medio de limitar las crisis, seguramente mucho más que la obcecación en la especialización.
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