En EEUU, a diferencia de la UE, está permitida la irradiación de las carnes como métodos para disminuir la contaminación de las bacterias patógenas. Sin embargo, dicha actuación puede provocar cambios en el color, olor y sabor de la carne, que no son agradables para el consumidor.
Los investigadores del Consorcio de Seguridad Alimentaria en la Universidad de Arkansas (EEUU) han comprobado que estos cambios indeseables en las carnes pueden ser minimizados, añadiendo extractos de semillas de uva y extractos de té verde en pechugas de pollo sin piel y sin hueso, antes de iniciar la radiación.
También se ha demostrado que añadiendo un compuesto sintético, conocido como TBHQ en la carne de pollo, se actúa de forma efectiva para minimizar la oxidación de los alimentos.
Los extractos de plantas utilizados no afectan al color ni a la capacidad de retener agua de los alimentos. Este es un factor crítico para la calidad de la carne. El del color, si bien no afecta a la calidad, si influye en la aceptación del consumidor.
Asimismo, estos extractos mejoran la textura de la carne, no influyen en el sabor y alargan a 12 días la duración del producto.
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