El último número de la revista de economía agraria del USDA, Amber Waves, dedica un artículo a la condicionalidad y su relación con la lucha contra la erosión. En EEUU se ha puesto un gran énfasis en los últimos años en las prácticas de conservación del suelo. En 1985 ya el Farm Bill de entonces, Food Security Act, requería a los agricultores comprometerse en prácticas para reducir la erosión del suelo en las zonas consideradas de alto riesgo de erosión (HEL, Highly Erodible Land), como requisito para poder tener derecho a recibir las ayudas, tanto las directas a la renta, como las relacionadas con los precios.
Estos programas tuvieron un gran éxito. Entre 1982 y 1997, la pérdida de suelo agrícola se redujo en un 40%, aunque no todo es atribuible a la condicionalidad, sino también al cambio tecnológico, en particular a la introducción de las técnicas de siembra directa y mínimo laboreo. No obstante los agricultores respondieron de forma muy positiva a los incentivos de condicionalidad relacionada con la conservación del suelo, ya que una gran parte de la reducción de la erosión se ha dado en la tierras muy erosionables sujetas a esta condicionalidad.
La adopción del laboreo de conservación se ha adoptado además donde ha sido económicamente atractiva por otra serie de factores (como el precio de las labore s y del gasóleo) pero no cabe duda que en muchas zonas se ha visto además favorecido por la condicionalidad.
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