El semanario alemán Der Spiegel dedica un número del mes pasado a la energía eólica criticando duramente su utilización política y su nula contribución a la mejora del medio ambiente y a la sostenibilidad de la producción de energía, mientras que sí que causa por otro lado deterioro de paisaje y muerte de aves.
Hans-Joachim Mengel, un profesor de la Universidad de Berlín lidera un grupo en contra de la energía eólica, en la que Alemania es el primer productor mundial. Para este grupo, la energía eólica es muy ineficiente desde el punto de vista económico y no contribuye prácticamente en nada a reducir las emisiones de efecto invernadero, teniendo por contra graves inconvenientes como las destrucción del paisaje y causar mortalidad en muchas especies de aves. En Uckermark la costa del Mar Báltico donde proliferan las centrales eólicas, Mengel lidera un partido contra las mismas que ha alcanzado el segundo puesto en las últimas elecciones locales, detrás de la democracia cristiana CDU.
La economía de las centrales eólicas se basa en las subvenciones para su construcción y a la ley que obliga a las compañías eléctricas a comprar la energía generada por las mismas a un determinado precio, lo que garantiza las inversiones. Gracias a este apoyo público la energía eólica ha crecido enormemente en Alemania, habiéndose construido 16.000 torres, en las que se produce el 39% de la energía eólica mundial, más que la suma del resto de los países de la UE. Sin embargo, las centrales eólicas no podrían sobrevivir sin el apoyo de la energía convencional
El activismo contra las centrales eólicas no es exclusivo de Alemania, dándose también últimamente en Dinamarca, Holanda, Reino Unido y Estados Unidos.
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