Los esfuerzos de Rusia por recuperar el bisonte europeo (Bison bonasus) cuya vida en estado salvaje había sido exterminada hace años han tenido por el momento un gran éxito, con un crecimiento de la población del 20% en los últimos 5 años.
El último bisonte europeo salvaje que se conoce murió en 1927, quedando solamente 48 ejemplares en cautividad en diferentes países. Actualmente se calcula que hay 1.738 bisontes salvajes en Polonia y Rusia que fueron introducidos a partir de los ejemplares que se conservaron en cautividad. No obstante, aun no se puede considerar que se haya salvado la especie de la extinción. El mayor problema es que al haberse regenerado la población a partir de unos pocos ejemplares (12), la consanguinidad es elevada y la diversidad genética mínima.
Los trabajos de recuperación del bisonte europeo se llevaron a cabo en condiciones muy precarias tras la desintegración de la URSS. Según estimaciones de WWF, la estrategia de preservación del bisonte europeo en Rusia requerirá al menos entre 50 y 60 millones de dólares al año, cuya financiación es por el momento incierta, según informa la Agencia Informnauka.
El bisonte europeo era un animal común en la época glaciar en toda Europa y es el descendiente del animal que se representaba frecuentemente en las pinturas rupestres de la prehistoria, como en la cueva de Altamira.
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